8 DE MARZO (II). REFLEXIONES SOBRE IDENTIDADES Y EL SUJETO FEMINISTA
La cuestión de la sororidad universal que se ha fortalecido últimamente en el feminismo nos ha creado varias dudas, tal y como lo mencionamos en el texto anterior, a razón de la idea del sujeto que aparece junto a la sororidad universal, y las aliadas y enemigas que se derivan de ésta. Para poder llevar este debate adelante de forma correcta es necesario hacer una lectura histórica del sujeto colectivo durante los últimos años, y tener en cuenta los factores que han influenciado su descenso.
Durante los años 60 y 70 fueron llamativos el descenso de la lucha de clases y el ascenso del neoliberalismo. Este fenómeno no se dio en todos los lugares y momentos a la vez, pero podemos situarlo en estas décadas, aunque, por ejemplo, la historiografía francesa renunció a la teoría marxista desde los años 50.
En aquellos tiempos, las militantes radicales de la década de los 60 perdieron la fe en la oportunidad de llevar a cabo la revolución, y a estas militantes se les sumaron jóvenes afectados por el pesimismo de la época. Varios acontecimientos que se entrecruzaron marcaron aquellos años. Por un lado, la derrota de los movimientos dirigidos por trabajadoras que buscaban construir sociedades cuyo objetivo era la igualdad, sobre todo China y la URSS. Por otro lado, la ofensiva neoliberal dirigida a las condiciones de vida de las trabajadoras (Foley, 2018). Junto con la idea anterior es necesario mencionar las campañas contra el marxismo que llevaron a cabo las intelectuales de izquierdas en las universidades durante los años 80 y 90: renunciaron a la revolución y divulgaron a favor de los pequeños sucesos, dejando de lado la lucha de clases, ahondando en la clasificación de las opresiones y dando una importancia central a la subjetividad. Mediante todo esto lograron dividir la lucha de clases en luchas individuales que no tenían características comunes. Así, aparecieron nuevos movimientos sociales, que, en vez de proponer la resistencia al capitalismo, subrayaban la necesidad de coaliciones plurales en los movimientos reformistas.
Teniendo en cuenta lo mencionado anteriormente, es llamativo cómo se ha apartado la conciencia de clase, como se ha podido observar claramente en los ataques al marxismo en círculos académicos; denominando al marxismo como reduccionista y esencialista, sobre todo por parte de académicas posmodernas, posestructuralistas y posmarxistas. Ante esto, las variadas metodologías alternativas son las que han compuesto el reduccionismo de la clase.